En verano y en invierno, en días nublados, en la playa, en la montaña y hasta dentro de casa, es muy recomendable utilizar un buen protector solar. Aunque mucha gente suele buscar un bronceado perfecto, exponerse al sol para conseguirlo provoca más daños en la piel de lo que parece.
Además de enfermedades tan graves como el cáncer de piel, la exposición solar es la causa principal del fotoenvejecimiento. Es decir, la aceleración del envejecimiento natural, haciendo que aparezcan signos de la edad como manchas o arrugas antes de tiempo.
¿Qué daños provoca la radiación solar?
El hecho de “ponerse moreno” ya significa que ha habido un daño en la piel. La producción de melanina, la que da color a la piel, se estimula como mecanismo de defensa ante los radicales libres producidos por la radiación solar. Pero, además, los rayos UV deterioran el colágeno y la elastina, fomentando la aparición de arrugas, manchas, sequedad de la piel, una mayor pérdida de eelasticidad y firmeza. Su mayor peligro reside en que, a largo plazo, aumentan el riesgo de cáncer.
Ni siquiera la química cosmética, las cremas antienvejecimiento y los ingredientes antioxidantes pueden hacer mucho si llega el verano y la piel es sometida a un daño tan agresivo como una exposición prolongada al sol sin protección.
Pero el tema no se detiene ahí. Los rayos UVA pueden atravesar las nubes y el cristal y están presentes todo el año, de manera que se recomienda utilizar protección solar diariamente. Además, la luz azul, emitida por pantallas como la del ordenador o la del teléfono móvil, también influye en el estado de la piel, fomentando la sequedad, la destrucción de colágeno y el estrés oxidativo.
Tipos de protectores solares y cómo elegirlos
Por todo ello, es recomendable utilizar siempre un buen protector solar y comprobar que, además de proteger frente a los rayos UVA y UVB, también lo hagan de la luz visible y la radiación infrarroja.
Hay dos tipos de filtros solares: los químicos y los físicos. Los primeros son los más utilizados. Absorben la radiación ultravioleta y la reemiten como radiación térmica. Por su parte, los filtros físicos funcionan como un espejo, reflejando la radiación. Por este motivo, algunas cremas solares dejan un rastro blanco en la piel.
A la hora de elegir un protector solar, se debe tener en cuenta el SPF. Es decir, el factor de protección solar, número que indica el número de veces que el protector aumenta la resistencia natural de la piel ante quemaduras solares. Normalmente, se recomienda utilizar un SPF de 50 pero, si no se sale de casa ni siquiera para pasar tiempo en la terraza o el jardín, bastará con un factor 30.
El SPF varía en función de la cantidad de filtros utilizados. Sin embargo, recientemente se han desarrollado nuevos productos con el objetivo de reducir la cantidad de filtros sin perder un ápice de protección. Por ejemplo, el Diethylhexyl Sebacate (un emoliente en cosmética bajo el nombre comercial ZETEMOL OSB), que potencia el factor de protección a la vez que ayuda a la dispersión de filtros físicos y a la solubilización de filtros químicos.
Como empresa fabricante de productos químicos industriales, en Zschimmer & Schwarz España son expertos en “Química a medida”. Además de ofrecer fórmulas y soluciones personalizadas para los fabricantes de productos cosméticos y de limpieza, trabajan para la industria cerámica y textil, entre otras.
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Fuente original: Comunicae.es.