El objetivo principal con el que pueden asistir es proporcionar información valiosa y herramientas que permitan generar los criterios para una mejor administración de los recursos destinados a la prevención y el cuidado de las víctimas de violencia de género.
Las técnicas de IA superan en capacidad de análisis a la estadística tradicional. Pueden analizar un número muy superior de variables, detectar interacciones y ofrecer resultados mucho más precisos. Es por ello que con la IA se puede afinar más en la caracterización de los perfiles más vulnerables en cuanto a víctimas y su probabilidad de sufrir una nueva agresión, en la detección de perfiles de potenciales agresores o en la probabilidad de reincidencia, en la identificación de zonas y momentos con mayor probabilidad de que se den episodios de violencia, etc.
Todo ello va orientado optimizar esa gestión de recursos necesarios para tratar de prevenir casos y mejorar la atención en aquellos que lleguen a producirse. En este sentido, Nausica Trias aclara que “hablamos desde gestionar turnos de personal implicado como policías en las zonas y momentos con mayor riesgo probable, de modo que haya más vigilancia y esto actúe como medida disuasoria; también personal sanitario, como ambulancias que puedan estar más pendientes de avisos en esas zonas; forenses o incluso traductores, si se detectara que hubiera un colectivo importante de víctimas no hispanoparlantes.” La asignación de estos turnos de manera óptima es algo en que hay muchas experiencias de aplicación de inteligencia artificial.
En la misma línea de optimizar la gestión, la IA puede también usarse para definir actuaciones con el fin de sensibilizar a la población más susceptible de protagonizar estas situaciones de violencia. Conocer la relación entre la gravedad de la agresión y las características socioeconómicas, la localización geográfica, el entorno cultural o la repetición de agresiones, permiten un mejor diseño de medidas más eficaces con los recursos disponibles. Estas medidas, dependen en gran parte del conocimiento del entorno cultural y socioeconómico, que permiten señalar acciones como la puesta en marcha de campañas orientadas al entorno cultural de víctimas y agresores, la comunicación a través de los medios óptimos, en la lengua y cultura apropiados, el tratamiento de alertas tempranas, así como los refuerzos en la dotación asistencial o en ayuda y vigilancia. Asimismo, el conocimiento de los trazos significativos favorece la puesta en práctica de políticas específicas y un seguimiento y evaluación periódica de los indicadores clave.
Según la directora general de AIS, para poder realizar un análisis y obtener indicadores válidos que ayuden a planificar esas acciones que tengan impacto de cara a atajar el problema, la fase de captura de información es el primer paso fundamental.
“A menudo, a la hora de cumplimentar los informes hay una gran heterogeneidad en los datos recogidos”, destaca. La subjetividad y el método de cada forense, por ejemplo, arroja casos donde la información es muy detallada y otros donde lo es menos. Unos atestados recogen exclusivamente datos relativos a las lesiones, mientras que otros incluyen datos extra como el detonante del episodio de violencia. Es por ello que la propuesta de AIS pasa por la elaboración de un protocolo de captura de información que dote de uniformidad este proceso.
Evidentemente, para tener una buena base de datos que pueda alimentar a los motores de inteligencia artificial para poder realizar sus análisis es necesario disponer de información de calidad de cuantos más casos mejor. Afortunadamente, la propia IA brinda una solución para incluir datos previos a la implementación del ambicionado protocolo de recogida. Técnicas como la lectura automática y el procesamiento del lenguaje natural permiten capturar información relevante de la documentación deseada. “Esta no es una solución absoluta”, explica Trias, “pues está limitada a recuperar los datos que se cumplimentaron en su día. Pero es mejor que no contar con información”.
La directora general de AIS confía en que “con un protocolo de captura de datos que ayude a homogenizar criterios, no sólo se pueda derivar en un mejor análisis para contribuir a la prevención y mejor atención, sino que también desemboque en una mayor fluidez y sintonía en el diálogo entre jueces y forenses, facilitando la misión y decisiones de ambos”.
“Nuestra experiencia en este campo -añade- nos ha mostrado que todavía hay mucho camino por recorrer, mucho margen de mejora y debemos ser capaces como sociedad de tomar todo lo que nos pueda resultar útil, como, en nuestro caso, la tecnología”.
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Fuente original: Comunicae.es.