La democratización que supone internet ha llegado también al mundo del juego y las apuestas. Si antes cuando alguien pronunciaba la palabra ‘casino’ a muchos se les venía a la mente Montecarlo o Las Vegas, hoy en día es fácil pensar en un casino online, accesible desde cualquier equipo con conexión a internet, desde un smartphone, pasando por una tablet hasta un ordenador personal.
El juego online lleva ya un tiempo en la red y se ha ido regulando, tanto a nivel legislativo en diferentes países, como a nivel de seguridad desde las mismas empresas que ofrecen los servicios, y que desean ante todo que quienes juegan en sus casinos puedan hacerlo con total seguridad y confianza. Al contrario de lo que pueda pensarse, no hay nadie interesado en que el juego online llegue a crear problemas a quienes hacen uso de él para su diversión y esparcimiento, ya que eso, a la larga, supondría un serio perjuicio para las salas.
El perfil de jugadores de este tipo de sitios es heterogéneo y muy lejos de los estereotipos creados dentro de la mitología de los juegos de azar. Los jugadores de bingo online ya no corresponden a la típica ama de casa en bata de boatiné que muchos tienen en mente, y los que juegan a blackjack online no son unos genios del MIT especialistas en contar cartas. Al contrario, es posible encontrar a gente de cualquier edad (dentro de la edad legal de cada país) , género y condición social en estas salas. Así que tampoco será un playboy millonario el que pida que se soplen los dados si se entra en una sala de ruleta online.
Es importante ver la democratización de este tipo de juegos de azar como una forma más de acceder a otro tipo de esparcimiento, y tomarlo tan solo como eso: un juego en el que además es posible ganar (y también perder), algo de dinero. Jugar en salas que cumplan con toda la normativa y no dejarse llevar por impulsos son algunas recomendaciones que se hacen a aquellas personas que deciden jugar a este tipo de juegos, en los que muchas veces es posible, además jugar con dinero ficticio o utilizar bonos de bienvenida.
Sea como sea, ya no hace falta irse a Mónaco, Macao o Bahamas para jugar si eso es lo que quiere. Y si alguien siente que a pesar de todo las tragamonedas online no cumplen sus expectativas, siempre tiene la posibilidad de bajar al bar de la esquina y ver si la antigua máquina tragamonedas sigue ahí.
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Fuente original: Comunicae.es.