Todos los protocolos de estimulación ovárica perjudican al embarazo

Hasta ahora, muchos médicos creían que sólo algunos protocolos de estimulación ovárica perjudican embarazo. Sin embargo este estudio demuestra claramente que cualquier protocolo tiene un efecto dañino sobre la implantación de los embriones en el útero, provocado por la disminución de la producción de la hormona progesterona por los ovarios después de la FIV.

Fase lútea y progesterona en ciclos naturales y estimulados
En los ovarios los óvulos están íntimamente asociados con células somáticas dentro de los conjuntos multicelulares esferoidales llamados ‘folículos’. Al inicio de un ciclo natural, todos los folículos son pequeños, menos de 5 mm en diámetro. Enseguida, uno de los folículos empieza a crecer, bajo el efecto de la hormona foliculoestimulante proveniente de la glándula pituitaria, hasta alcanzar el diámetro alrededor de 18 mm en la mitad del ciclo (entre 12 y 16 días después de la menstruación). A continuación, la descarga de otra hormona pituitaria, hormona luteinizante, provoca la ruptura del folículo y la liberación del óvulo (ovulación). El resto del folículo después de la ovulación se transforma en el cuerpo lúteo que empieza a producir la progesterona. Este momento marca el inicio de la ‘fase lútea’ que dura aproximadamente 2 semanas, hasta el inicio del embarazo o, si no hay embarazo, hasta la degradación del cuerpo lúteo y el inicio del sangrado menstrual. La producción de la progesterona por el cuerpo lúteo requiere un estímulo continuo por la hormona luteinizante cuya secreción se mantiene elevada durante toda esta fase.

La diferencia entre los ciclos naturales y estimulados es que durante la estimulación ovárica no crece solo un folículo sino varios. De hecho, la estimulación ovárica se hace con el fin de obtener un número elevado de óvulos para maximizar la eficacia sin necesidad de repetir la estimulación varias veces.

Después de la aspiración de los óvulos desde los múltiples folículos grandes se forman múltiples cuerpos lúteos. Pero la cantidad de progesterona producida por todos ellos suele ser más baja que la producida por un solo cuerpo lúteo en el ciclo natural. La causa de este fenómeno es sencilla: los cuerpos lúteos no reciben un estímulo suficiente, porque los tratamientos previos han disminuido la producción de la hormona luteinizante. Para volver a la normalidad, los cuerpos lúteos se pueden estimular artificialmente mediante inyecciones hormonales. Otra posibilidad es administrar directamente la progesterona a las mujeres durante esta fase.

Precauciones a tomar
El mensaje principal del estudio granadino es que nunca hay que subestimar el riesgo de la perturbación de la fase lútea y de la producción de progesterona en los tratamientos de FIV, cualquiera que sea el protocolo de la estimulación ovárica.

Los doctores Tesarik y Mendoza-Tesarik comentan: “Es altamente recomendable controlar la concentración de progesterona en la sangre frecuentemente después de la transferencia de embriones en tratamientos FIV, independientemente del protocolo de la estimulación ovárica utilizado”.

La propensión a sufrir problemas de la fase lútea y de la producción de progesterona es una característica individual de cada mujer y es difícilmente previsible. “Por eso -indican- recomendamos medir la concentración de progesterona el mismo día de la transferencia de embriones y por lo más tarde 7 días después. Si se detecta una insuficiencia solo el día de la detección de embarazo, 10-14 días después de la transferencia, en la mayoría de los casos es ya demasiado tarde para actuar con eficacia. Por el contario, si se detecta una anomalía el día de la transferencia o 7 días después, tenemos varias posibilidades terapéuticas para normalizar la situación, y cabe elegir la más adecuada según las características individuales de cada paciente y el tipo de la estimulación ovárica que se utilizó”.


Fuente original: Comunicae.es.

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